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Sin estudios, sin vergüenza y sin futuro. Seguramente eso fue lo que pensaron los grandes actores del mundo del espectáculo cuando George Carlin abandonó paulatinamente su humor tradicional de clase media allá por los 60, para transformarlo en sátira sociopolítica mordiente y desternillante. Pero sólo estaban en lo cierto en las 2 primeras afirmaciones.
Este hombre se definía a sí mismo como "un escritor que representa su propio material". Era un verdadero malabarista del lenguaje, siendo éste parte fundamental de sus obras. Famoso por haber inventado la lista de las "7 palabras que nunca saldrían en TV" (shit, piss, fuck, cunt, cocksucker, motherfucker, tits). Aprovechaba cualquier rendija de debilidad o dobles sentidos que tuvieran las palabras para enfocar el ataque hacia ciertos temas.
Las otras 2 grandes materias de Carlin eran el mundo pequeño (sobre aquellas cosas cotidianas sobre las que casi todos estamos de acuerdo) y el gran mundo (política, religión, muerte, entre otros). Misántropo y humanista a partes iguales. Antireligioso hasta la médula. Tremendamente crítico con los EEUU que le vieron nacer y con el capitalismo que estos promueven.
Tenía una gran energía en el escenario: sin comienzos, ni nexos, ni descanso. Sus actos eran una corriente que arrastraba todo a su paso. Descarado, mordaz, alegre, consciente, cabal, valiente,... Los adjetivos se quedan cortos.
Que Joe Pesci os bendiga a todos.
Ahora que he terminado la primera tanda de exámenes de este febrero, voy a sacar a la luz un concepto que me viene rondando la cabeza estos días. La acción no es nueva. Se viene haciendo muchísimos años ya: estudiar a saco sólo en época de exámenes.
Esta forma de estudiar no es estudiar propiamente dicho. Como diría (más o menos) Ortega y Gasset en "Unas lecciones de metafísica", aquel que estudia por obligación no estudia de verdad. Estudiar implica tener una necesidad espiritual tan fuerte que sin su satisfacción la vida no puede continuar; tan necesario como respirar o comer.
Lo que ocurre continuamente en épocas de exámenes es que miles de "estudiantes" se ponen a tratar de memorizar frenéticamente materia de medio o un año completo. Muchos de ellos lo consiguen, pero el problema viene cuando se acaba el examen. Lo aprendido se pierde, porque o no interesa realmente o porque como no ha sido un esfuerzo constante y trabajado no se queda en las neuronas a largo plazo.
Es como la memoria RAM: todo aquel trabajo no guardado antes de apagar la máquina se pierde. ¿Qué se puede esperar de gente que supuestamente ha de salir bien formada de las universidades? Y ya no solo de universidades, sino de instituciones educativas en general. ¿En qué momento se perdió aquella implicación educativa? ¿Cuándo se dejó de motivar a los estudiantes a que les gustara el hecho de aprender?
Así de claro: Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zabala son unos putos genios. Se les podría definir como rock progresivo, pero se quedaría corta la etiqueta. El sonido post-hardcore de su anterior grupo, At The Drive-In, se diluye para tomar influencias del hard rock, el jazz y ritmos latinos.
Sus canciones son enrevesadas, crípticas e impactantes. Al principio, pueden sonar caóticas y sin demasiado sentido, pero el oído atento pronto encontrará juegos de ritmo y cambios de tempo perfectamente calculados. Son una explosión de energía y virtuosismo que no se había escuchado en años. Lo más probable es que no hayais oído nada parecido antes.
El disco que os recomiendo es su primer LP: De-Loused In The Comatorium, puesto a la venta en 2003. Es en mi opinión el mejor y más completo. Aunque hay que tener en cuenta que se especializan en los discos conceptuales, con lo que el ambiente cambia mucho con cada grabación.
